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POR UNA COMUNIDAD CIENTÍFICA AL LADO DE LAS LUCHAS POPULARES

DECLARACIÓN POLÍTICA DE CIENCIA PARA EL PUEBLO – MÉXICO

El panorama político de nuestro país transita por una aguda polarización entre la desfondada derecha tradicional y el ascendente bloque en torno al actual partido gobernante. La histórica elección de la primera mujer presidenta de México y la mayoría calificada de Morena y sus aliados en el Congreso continúan la ola de legitimidad de la opción que gran parte del campo popular ha identificado como vía de superación de décadas de neoliberalismo, y que ya se instaura como un nuevo régimen político con posibilidad de prolongarse por más sexenios. Sin embargo, el distribucionismo a través de programas sociales, el desplazamiento de viejas cúpulas anquilosadas en instancias como el Poder Judicial y el Instituto Nacional Electoral, y los aspectos positivos de algunas reformas parciales y programas productivos ocurren a la par de megaproyectos ecocidas, el creciente empoderamiento de las fuerzas armadas, el pago de una enorme e ilegítima deuda pública, la autonomía del banco central y la instauración de un partido de estado. En los hechos no existe un cambio ni estructural, de régimen de propiedad, empoderamiento popular, interacción sociedad-naturaleza ni de orientación del sistema en general que justifique la autodenominación propagandística de “Cuarta Transformación”, como si fuera equiparable en contenido y profundidad a la Revolución de Independencia, la Reforma y la Revolución Mexicana.

La hegemonía del partido en el poder ha llevado a la desmovilización y subordinación de amplios sectores, incluyendo organizaciones otrora críticas e independientes, como la ya disuelta Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad, varios de cuyos referentes entraron al gobierno. A la vez que se forma un nuevo corporativismo con las viejas organizaciones del sindicalismo priísta y las masas clientelares en torno a programas sociales y productivos, se hace eco de una narrativa chantajista según la cual toda crítica al gobierno “le hace el juego a la derecha”, pretendiendo equiparar a las legítimas reivindicaciones de ambientalistas, sindicatos independientes, feministas y familiares de personas desaparecidas con los intereses de oligarcas y políticos. Deplorable es que no haya verdad ni justicia en el caso de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa y los jóvenes asesinados hace ya 10 años en la Noche de Iguala, siendo que el ahora expresidente Andrés Manuel López Obrador se comprometió a resolver el caso, lejos de lo cual intentó imponer su propia “verdad histórica”, defendió al ejército, dividió a los padres y denostó tanto a sus abogados como al Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes y a las organizaciones de derechos humanos.

Para mayor complicación, y contrario a la autocomplacencia del discurso oficial, el país se encuentra desgarrado por los carteles, que controlan amplias extensiones territoriales, desapareciendo y asesinando periodistas, ambientalistas, funcionarios locales y líderes comunitarios. La violencia narcoparamilitar es la forma actual de expansión del capital para despojar a las comunidades campesinas de sus recursos, erosionar el tejido social y reprimir e inhibir cualquier resistencia organizada. En regiones como la costa michoacana, los ataques con armas de grueso calibre y drones han puesto en estado de sitio a pueblos enteros, como Coahuayula, en tanto que en Chiapas la catástrofe humanitaria por el desplazamiento forzado de poblaciones, el hostigamiento a las bases zapatistas y las disputas entre grupos armados tiene a dicho estado al borde de una guerra civil.

Ante este escenario, nos posicionamos al lado de los sectores en resistencia; de los pueblos en defensa del territorio, de los movimientos contra el ecocidio, de los sindicatos independientes y combativos, del movimiento feminista y amplio de mujeres, de los comités de defensa de los derechos humanos y por la búsqueda de desaparecidos, del estudiantado y de los referentes que luchan por la paz. Buscamos politizar y movilizar a la comunidad científica y técnica por sus propios intereses como parte de la clase trabajadora, vinculándola activamente con los procesos de autoorganización y lucha que se gestan en el campo popular. Como activistas con formación en las distintas ciencias, ingenierías y humanidades, queremos sumar creativamente a la inventiva e inteligencia colectiva de los movimientos sociales; es preciso hacer ciencia no para las corporaciones transnacionales, sino con, desde y para el pueblo. Así mismo, reafirmamos nuestra completa independencia política respecto a los partidos del sistema electoral y de los distintos sectores de la clase capitalista que estos representan, y en ese sentido, contribuimos a la articulación de un polo social abajo y a la izquierda que rompa la dicotomía entre el bloque gobernante y la derecha, abriendo un proceso de transformación profunda de la sociedad. Un primer paso en esa dirección es extender la solidaridad dentro y más allá de las fronteras, socializar el conocimiento y la técnica, no callarnos ante las injusticias, mantener y ampliar nuestro sentido crítico, abrazar las reivindicaciones y demandas del pueblo y movilizarnos por el bien común. Como exclaman el magisterio democrático y otros referentes: ¡Gobierne quien gobierne, los derechos se defienden!

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